Conoce La Leyenda de la Casa del Perro en Puebla
La Leyenda de la Casa del Perro en Puebla comienza así: a principios del siglo XVIII llegó a vivir a la ciudad de Puebla el Sr. Juan de Illescas con su familia, una bella esposa y una hermosa hija
La llegada de la familia Illescas a la ciudad de Puebla
Desde un principio quisieron vivir en una casa cerca del centro, primero vieron una casa junto al Río San Francisco pero estaba aún muy sólo por aquella zona y por ello pensaron que sería peligroso, luego les interesó una casa en Analco pero no fue posible llegar a un acuerdo debido al precio, al final, un mesonero les mencionó que las monjas del Convento de Santa Inés podrían tener un inmueble en renta, fue entonces que ocuparon la casa que actualmente se ubica en la esquina de la calle 3 sur y la 9 poniente.
Les encantó la casa desde que la vieron, era grande y abarcaba toda la esquina y los más curioso era la estatua de un perro que provocaba interés y curiosidad para todos. Algunos decían que esta casa era de uno de los conquistadores de Tepeaca, los cuales solían emplear perros entrenados de ataques contra los naturales, otros decían que había en el interior un tesoro de monedas de oro y el perro lo cuidaba y algunos otros decían que por las noches aullaba.
La familia Illescas y la sociedad
La familia Illescas era extremadamente acaudalada e inmediatamente empezaron a hacer amistades con los alcaldes, propietarios de molinos, inquisidores y comerciantes por medio de las generosas fiestas que ofrecía a todos. El señor Illescas era comerciante de importaciones chinas y su riqueza sobresalía incluso entre los ricos, en aquel tiempo las importaciones de oriente eran una necesidad urgente para los adinerados de Puebla en especial si algún vecino ya lo poseía, entonces debía conseguir algo igual o mejor respecto a productos tales como: seda, muebles, porcelana y especies de la India.
Sin embargo, una noche llegó la Inquisición para apresarlo culpándolo por varias razones, una de ellas era que se bañaba diario ya que en esa época era común que los españoles católicos y biennacidos no se bañaban, además había llegado recientemente un inquisidor a Puebla, el cual quería revitalizar la Institución ya que habían pasado 80 años sin ejecutar a alguien, pero lo más importante para los inquisidores era su riqueza ya que cuando alguien era acusado de algún delito grave por la Inquisición perdía sus propiedades y se repartían entre los inquisidores
La aparición del perro
De todos los conocidos y amistades que tenía, nadie se acerca para ayudarles o apoyarles en modo alguno para socorrerlos, solamente las monjas del Convento de Santa Inés intentaron convencer a su esposa e hija abandonarlo e irse a vivir como monjas con ellas, aunque su esposa no sabía qué hacer y estaba preocupada no lo abandonó. Aquella noche tuvo la siguiente pesadilla:
Ella tuvo un sueño en el cual unos ojos rojos la perseguían por toda la ciudad, entonces ella corría hasta su recámara pero esos ojos lo siguieron hasta allá. Entonces despertó y vio un perro mastín, el cual sólo la observaba y empezó a moverse hacia la puerta realizando gestos a fin de que ella lo siguiera y así lo hizo hasta llegar a un rincón de la cocina donde empezó a lloriquear apuntando hacia una grieta en la pared de donde provenía una misteriosa luz azul, entonces ella empezó a excavar hasta que encontró el cadaver de un perro que indicaba que tenía muchos siglos allí con un mensaje que decía:”Al único amigo que tuve en vida”, abajo de un cofre repleto con monedas de oro y cuando volteó el perro ya había desaparecido. Esta es La Leyenda de la Casa del Perro en Puebla.
Bienvenidos a Monterrey
Después de eso, nadie volvió a saber nada de aquella familia ya que esa noche la Inquisición perdió a un recluso. Sin embargo, algunos meses después esta familia llegó a un pueblo del norte donde sólo había 14 familias, en una zona seca, sin drenaje, sin pavimiento ni todas las comodidades que conocían pero a pesar de ello a largo plazo lograron prosperar y hoy en día sus descendientes se encuentran entre los más acaudalados del norte, cuando llegaron a ese lugar, les dijeron: “Bienvenidos a Monterrey”.
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Fuente
Magaña, O.(2015) La Casa del Perro. En Magaña, O. 13 Casas y Lugares malditos (pp. 9 – 17). Puebla, México Ediciones Puebla